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Mostrando entradas de mayo, 2017

Eres el fútbol, Xabi.

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En el fútbol, como en la vida, siempre se van los mejores. Los que nadie quiere ver partir. Los que hacen a este fantástico deporte eterno, acaban tomando la dolorosísima decisión de parar, de pasar a disfrutar del balompié desde otro ángulo. El nueve de marzo,  el eterno Xabi Alonso pasó a formar parte de esa lista de leyendas, a las que el fútbol les debe parte de su esencia . Sus pases nos hicieron campeones del mundo, y nos llevaron a coronar Europa en dos ocasiones. Con su timidez y elegancia característica, se muestra orgulloso de haber iniciado su andanza en casa, en el Antiguoko de Donostia, aunque fue la escuadra txuri-urdín la que no tardó en encontrar en él algo diferente. Fue a la temprana edad de 18 años cuando el eterno pasador hizo su debut en el primer equipo de la Real Sociedad.  Su templanza maravilló a Anoeta , y en 2004 llamó a su puerta el club que le catapultaría a esa minuciosa selección de los mediocentros más determinantes de la historia del fútbol. Los

Grazie, Leggenda.

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Ver su marcha hiere, hiere mucho. Ataca el corazón de cualquier aficionado al fútbol que ve, en Francesco Totti, el amor a unos colores, a su Roma natal.  El one-club-man por excelencia dice adiós . Un adiós emotivo, cargado de sentimientos, y que deja a un equipo sin su mayor pilar, sin su referencia, sin su diez. “Il Capitano”, sinónimo de compromiso, decide abandonar lo que ha sido su vida de la mejor manera posible. Quince años defendiendo un mismo escudo. Quince años cargados de triunfos, de sacrificio, y de una ciudad entera que se rinde a tus pies. En Roma, Francesco Totti es más que un jugador de fútbol: es, parafraseando al gran cineasta José Luis Garci, un estado de ánimo. La Loba Capitolina está triste, el tercer bebé amamantado se va. Y lo hace con  más de setecientos partidos  a sus espaldas, aderezados con trescientos siete goles. Se dice rápido. El fútbol le debe mucho al italiano. Lo reinventó, puso su vida al servicio de este fantástico deporte y ahora, a sus cuar

Perdona nuestros pecados, Álvaro.

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Perdóname, Señor, porque he pecado.  No he sabido comprenderte, y he seguido a una masa que no veía con buenos ojos tu labor . Discúlpame, Álvaro, por no recompensar tu vida dedicada al balón.  Por no haber valorado todo en la medida que se merece . No sabes lo que todos los enamorados de este fantástico deporte sentimos tu despedida del fútbol español.  Un mundo que sólo se ha limitado a herirte, a no aplaudir tus esfuerzos ni atribuirte la parte del mérito de la victoria que a ti te correspondía . Lo diste todo, te desfondaste. Jugases donde jugases, tu técnico tenía la seguridad de que tu banda iba a estar bien cubierta con lucha, rabia y pundonor. Y no se equivocaba. La blanca, manchada de sudor y sangre , ha dado paso a un West Ham orgulloso de su “5”, ese lateral que se tatúa en el corazón el escudo que representa. Pocos jugadores quedan como tú, capitán. Pocos tan comprometidos con la elástica que visten, dispuestos a dejarse la piel con tal de sentir a su público rep

Luis Aragonés: "Y volver a ganar"

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Hace tres años que nos dejaste,  Sabio . Y desde entonces, nada ha vuelto a ser lo mismo por aquí. Tu forma de entender el fútbol reinventó este fantástico deporte, y tu huella aún pervive en cada toque que recibe la bola. En julio de 1938 nació una estrella, un símbolo para el deporte nacional que nos hizo tocar el cielo con unas manos que nunca antes lo habían notado tan cerca. Hortaleza, ese pequeño pueblo madrileño, desconocía la gesta que uno de sus vecinos alcanzaría para el país. Sin embargo, lo hiciste. Con la naturalidad que siempre te caracterizó, pudiste. Como siempre. El Vicente Calderón aún recuerda las tardes  de victorias que nos diste, Luis. La grada colchonera aún corea tu nombre, orgullosos de lo que fuiste, eres y siempre serás: un símbolo. Una forma de entender el fútbol. En 2004 llega la oportunidad. Tomas a una selección sin éxito, dirigida por Iñaki Sáez y devuelves el interés por  La Roja  a millones de personas sin fe. Con el trabajo y la seriedad que

Captain Fantastic

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Un huracán de sentimientos aflora en cada aficionado al fútbol de bien cuando recuerda a  Sir Steven Gerrard , ese chico tímido que tuvo la oportunidad de debutar en Anfield a la temprana edad de 18 años, enfundado en la elástica que siempre amó: la del  Liverpool FC.  Símbolo de un movimiento, de la capitanía de uno de los clásicos del Reino Unido, se hizo, a base de trabajo y esfuerzo, con un hueco en el corazón de los amantes de este bello deporte. Su despedida, emotiva. No podía ser de otra forma, el chico que envejeció orgulloso de ser  red  se lo merecía. Concentrarse en el vestuario, tocar la placa que tantos años lleva contándonos que  “ Esto es Anfield “  y a darlo todo. A disfrutar. Steven conocía el procedimiento, eran muchos años haciéndolo. Sin embargo, ese último paseo, ese recorrido que tan bien conocía, tenía algo que lo hacía completamente diferente. En sus brazos, acostumbrados a representar al equipo con la responsabilidad que un brazalete de capitán supone, sujet